Verdades en el corazón

26.10.2013 00:00
Susi Muñoz en el II Congreso Internacional de Counselling en Tomares

Con  La verdad del corazón me refiero a la experiencia que ha supuesto para mi mayor transformación en mi período de formación en gestalt counselling y posteriormente en el desarrollo de mi profesión como counsellor continúa aportándome transformación. Esta experiencia consiste en decirme la verdad a mí misma y compartirla a través de la expresión, entrar en contacto con mi intimidad y mostrarla, sostener mi sensibilidad y expresarla. Permitir que se exprese en mi cuerpo, en mi voz, en mi acción y enterarme yo de lo que me está ocurriendo ahora. Durante mi formación en Gestalt Counselling para llegar a este contacto honesto y sincero conmigo misma he tenido que enfrentarme a muchas resistencias a habitar estados emocionales que no me gustaban mucho, he tenido que entrar muchas veces en el sótano de mi misma, donde almaceno lo que no me gusta, lo que me da miedo, y agarrarme con fuerza a mi respiración para sostener estos estados. Ahora en mi trabajo de counsellor yo estoy muy alerta y presente para estar en contacto con mi sensibilidad y mostrarla, para ser transparente, y apoyar a mi cliente a que haga lo mismo, que se muestre, que se entere de lo que le pasa, que se de cuenta de lo que siente y quiere, que no se esconda de si mismo.

Reconocer mi verdad del instante presente está compuesta por lo que siento en mi emoción, por las sensaciones que percibo en mi cuerpo, por lo que quiero hacer, y por lo que decido hacer ahora mismo, en este preciso instante. Por eso son muchas verdades, y en cada instante es diferente. Decirme la verdad a mí misma, dejar de engañarme, dejar de disimular, dejar de manipularme hacia lo que “debería” diferente de lo que es, dejar de evitar el contacto conmigo, reconocer lo que siento verdaderamente y permitir que se exprese ha supuesto un gran cambio en mi(y en mucha gente que se entrega a este entrenamiento): me ha permitido desarrollar muchas cualidades de alianza interna y de autoapoyo, es la experiencia que más me ha ido acercando a la persona que yo soy y a mi autoridad interna basada en lo que siento ahora. Por muy insoportable que pueda parecerme esta verdad que habita en mi en un instante es todo lo que hay, es todo lo que tengo, es todo lo que soy, AHORA. Cómo me gustaría que fuera no es lo que verdaderamente es ahora para mi.

La experiencia de mayor salud que yo conozco es tomar la responsabilidad de mi vida emocional, de lo que siento, de lo que quiero, de mis acciones, de cómo se configura mi vida. La responsabilidad es la clave de la salud. Todo cambia cuando me hago responsable de mi, pero para que ocurra esta poderosa experiencia de sanación es necesario que yo me entere de qué me está pasando, y para ello es necesario que yo quiera enterarme, que aunque me de miedo conocer mi propia verdad, me arriesgue a descubrirla, a escucharla, a sentirla, a darle todo mi reconocimiento.

Observo en mi que hay verdades propias que entrañan una dificultad para ser admitidas, escuchadas, reconocidas, por diversos motivos: ¿qué ventaja puede tener para mi evitar enterarme de lo que me está pasando ahora? existen muchas ventajas en esta evitación que normalmente se mueven en mi inconsciencia: para evitar entrar en crisis, para que la planificación perfecta con la que diseño mi vida no se vea perturbada, para proteger la imagen que tengo de mi, para evitar ponerme en contacto con emociones que no quiero sentir, en definitiva todo un sistema defensivo en mi personalidad trabaja para evitar el contacto conmigo, con mi verdad de este momento. Pero este contacto con mi verdad es imprescindible para que yo pueda hacerme cargo de lo que me ocurre, tomar mi responsabilidad, decidir, acompañarme, apoyarme.

En el entrenamiento de Gestalt Counselling justamente aprendí esto mismo, con mi terapeuta y el grupo, que dentro de mi están todos los recursos necesarios para sostener yo sola con mi cuerpo toda mi vida emocional y atreverme a vivir en mi verdad, aunque a veces resulte duro, arduo, árido, angustioso… yo puedo si quiero, apoyarme en mi misma, y cuanto más me entrego a esta capacidad de apoyarme en mi, sin escaparme de verdades que no me gustan demasiado pero que es el estado emocional que me embarga en un momento del aqui y ahora, más mejora esta capacidad, se activan innumerables recursos de auto ayuda, y más poderosa se vuelve una voz interna que me acompaña y que posee una fe enorme en mi fuerza y en mi capacidad para sostener mi sentir y hacerme responsable de mi vida y todo lo que en ella esta ocurriendo.

La confianza es el fluido que hace posible que la relación entre cliente y counsellor funcione y sea útil para los dos: sin confianza no se puede llegar a ningún sitio, es como una llave que abre las puertas internas del cliente y permite al counsellor acompañarlo a lugares incómodos quizás, poco visitados seguramente, temidos probablemente y necesarios de transitar para soltar fijaciones que producen sufrimiento. Para promover esta confianza como counsellor en la relación con mi cliente, yo tengo que atrevemerme a manifestarme, a decir lo que pienso y lo que siento, tengo que mostrarme transparente. Cuando me callo algo importante de la relación estoy evitando el contacto con mi cliente, y mi cliente se siente legitimado para hacer lo mismo si quiere, se ilumina la puerta de salida para escapar de la presión, de la incomodidad de la terapia, fundamentalmente porque yo como counsellor escapé primero al evitar el contacto conmigo y la honestidad con mi cliente y con el espacio terapéutico que ocupamos. Para crear un espacio de compromiso yo tengo que comprometerme con mi verdad, sea la que sea, del instante presente que comparto con el otro y expresarla en la relación, esto es una clave fundamental para fomentar la confianza y permitir un espacio absolutamente carente de juicio, donde el cliente puede traer todos los asuntos donde suele evitar entrar por incomodidad, miedo, rechazo, disgusto, asco, vergüenza…

Una de las bases donde se sustenta el counselling es que el counsellor no es la autoridad que sabe, la autoridad que maneja el diagnóstico y conoce la solución al problema porque sabe mucho. Se establece una relación de igualdad, igualdad en la responsabilidad, yo como counsellor no cargo con la responsabilidad de mi cliente de enterarse de lo que le está pasando, sí poseo un entranamiento de años en mi propio proceso personal en el que he tomado mucho tiempo y dedicación a habitar muchas partes de mi, las que me gustan y las que me gustaban menos, y he entrado en todos mis matices emocionales, le he dado espacio a mi sombra personal para verla y sentirla en la consciencia, y esto lo aporto a la relación con mi cliente, pero no me coloca en un lugar de superioridad ni de saber más desde lo intelectual porque el trabajo se desarrolla con el contacto con el otro, y si soy honesta la respuesta a la pregunta que pudiera hacerme mi cliente sobre ¿concoces la solución a mi problema? Es: “No lo sé, te puedo ayudar si quieres a descubrirla, pero yo no lo sé, puedo imaginar posibilidades pero tendrás que probar y experimentar tú cuál es la que se ajusta a tu necesidad” Y mi cliente si aún está al inicio de su proceso me tenderá trampas para que yo le de la solución a su problema, un artilugio mental que le sirve para evitar tomar la responsabilidad de su vida, escucharse, sentirse, tomar decisiones con todo eso, darse cuenta de su propia inseguridad, de su miedo quizás…

En el Counselling, el Counsellor se muestra en la relación de ayuda como una persona que siente y está disponible para el contacto con el otro…a través de lo que siente el counsellor forma su propia orientación y autoridad interna. Es decir que se posiciona en la relación de ayuda en el contacto con su verdad del momento: lo que siente, lo que quiere, lo que expresa, lo que hace. Y anima con su ejemplo a su cliente a que haga lo mismo, a que no se mienta a sí mismo, a que aunque tenga miedo de enterarse de lo que le pasa, lo haga y se haga cargo de lo que le pasa, permita que se exprese cualquier cosa que sienta en su organismo, aunque sea una emoción que crea que no puede soportar. Para eso se ha creado el espacio de la terapia, encontrar la manera de sostener la dificultad del cliente, para que él encuentre todos sus recursos internos y pueda apoyarse en sí mismo, para que se entrene en esto muchas veces hasta que ya no necesite terapia.

El counsellor como persona que siente promueve en la relación de ayuda la búsqueda de la orientación en el único sitio donde podemos encontrar una verdadera brújula: el sentir. Cuando sientes no puedes perderte, el contacto con lo que sientes es el punto de partida para cualquier exploración existencial, y tomar contacto con lo que sientes es la única manera real y verdadera de orientarte, de desarrollar tu propia autoridad interna: ¿qué siento ahora?, ¿qué quiero hacer con esto que siento?, ¿qué realizo?… y cuando hago… ¿qué siento cuando emprendo esta acción?… de esta manera puedes conocerte a ti mismo, darte cuenta de lo que quieres y elegir con responsabilidad, y poco a poco ir configurando tu vida en torno a tu voluntad, tu deseo, tu bienestar.

Habitar la vulnerabilidad no es ninguna experiencia incómoda para la persona, lo puede ser para su carácter, para su ego, para su sistema defensivo, pero no para la persona, para la persona una entrega a esta vulnerabilidad que ocurre en terapia individual o en grupo puede ser puro extasis, un alivio inmenso, un reencuentro consigo misma delicioso, una sensación de poder interno y si ocurre en un grupo para los compañeros que acompañan este proceso suele ser un momento de mucha emotividad, porque todos somos vulnerables y cuando lo reconocemos, lo sentimos, lo aceptamos, lo compartimos aparece la verdadera fuerza, la fuerza que no es defensiva, que no es reactiva, si no que es nuestra tierra interna que nos sostiene y nos permite manifestarnos en el mundo.