Reconociendo al maestro

28.10.2015 09:30

 

j-buddha octavio ocampo https://octavioocampo.com.mx/

j-buddha octavio ocampo https://octavioocampo.com.mx/

Ayer tuve una confrontación muy fuerte con una persona que me importa mucho y que ocupa desde hace ya muchos años un lugar especial en mi corazón, y la conversación terminó en un punto de calma pero no se cerró con un abrazo. Valoro mucho la comunicación aunque en ella exista el conflicto, y me siento muy vulnerable cuando aparece la amenaza de romper un vínculo cuya existencia nutre la confianza que tengo en mí misma y en la vida… la posibilidad de perder al otro y su apoyo siempre ha sido una de mis pesadillas recurrentes: me convierto de pronto en una niña desamparada cuyos cuidadores acaban de desaparecer y entonces el mundo se presenta como un laberinto donde sólo sobrevive el más astuto capaz de encontrar la salida del sufrimiento y regresar a la casa. Esta metáfora que describo era un agujero negro en mi plexo solar hace unos años, y el miedo al dolor de la pérdida era tan grande que yo conseguía elaborar cualquier estrategia para evitar este dolor, manipulándome a mí e intentando por todos los medios seducir al otro. Ahora he aprendido a habitar el dolor, y esto se convierte en una gran ventaja porque ya no tengo que manipular el entorno para que me proteja de la experiencia de la pérdida y del dolor, y toda esa energía dedicada a la estrategia y movilización la puedo enfocar en ser mi propia cuidadora sustentadora en todos los momentos de mi vida, los felices y los tristes, y en tantos aspectos de mí misma que estoy descubriendo y que no sabía que se encontraban dentro de mi. Hoy puedo sostener la incertidumbre y el dolor de la distancia que se ha creado con esta discusión de ayer, tengo absoluta fe que la vida me ayudará al reencuentro, y como tengo herramientas para habitar mi tristeza y consolarme ¡puedo esperar!

Esto lo escribo ahora en 21 líneas pero he tardado prácticamente 9 años de trabajo personal en descubrirlo, reconocerlo, e integrarlo y ha constituido un viaje de ida y vuelta al infierno. No creo en absoluto que ningún proceso interno comprometido y profundo que consiga desactivar la rigidez  de al menos un automatismo instaurado del carácter de una persona(¡esto es posible!) se complete en una formación de tres o cuatro años de Gestalt. Yo he necesitado encontrar además del grupo de compañeros y la sala de trabajo bajo el modelo de la Gestalt a un aliado que me proponga una honesta y comprometida sin escapatoria relación yo-tú y me acompañe hasta el final del proceso: mi maestro. Y el proceso se alarga mas allá de cuatro años, y más allá de las 900 horas de trabajo personal que se precisan para obtener un título… el proceso está presente en la vida cotidiana y en muchos momentos que la relación yo-tú con el terapeuta se convierte en un catalizador de otras relaciones, en mi caso, especialmente mi relación con mi padre, mi relación con lo masculino, y mi relación con la autoridad… Así que el regalo extraordinario que me ofrece mi terapeuta, mi maestro, es ese contenedor que es la relación yo-tú donde puedo poner todo lo que yo necesite resolver en mi vida tomando el acuerdo de aguantar y respirar la tormenta emocional que se va a desatar, y sostener a través de mi compromiso los años que durará este perderse en el laberinto de mis automatismos hasta que por fin sea capaz de comprender qué  ha ocurrido realmente con mi proceso, y en esta integración y comprensión podré reconocer que mi maestro, mi terapeuta ha permanecido ahí, a mi lado todo el tiempo, incluso cuando yo estaba convencida de que él era.. ¡la personificación del diablo!, con dificultad para darme cuenta que simplemente me estaba ayudando con su presencia a contactar con mi sombra, con mi infierno personal, mis odios y mis terrores, mis angustias y mis náuseas, mis duelos reprimidos, mis exclusiones, y mis rechazos ¡tanto miedo y dolor me daba reconocer que todo aquello me pertenecía!… hasta rendirme al hecho básico de que si quiero conocer el cielo, la libertad del Ser, tengo que bajar al infierno y respirar todo lo que dejé pendiente, que si no pago este precio, ¡nunca podré habitar y gozar todo lo que yo soy!

Mi maestro es Mario Fernández Alameda, director del Instituto Gestalt Counselling, lo conocí en una conferencia de eneagrama en el año 2004 y desde ese momento mi corazón le otorgó una confianza que nunca ha dejado de estar presente en este largo proceso de batalla interna, experiencias de sufrimiento en la cárcel de mi carácter y experiencias de gozo intenso en la salida hacia el ser que yo soy…

¡Mario! Siento mucha gratitud por tu acompañamiento y tu compromiso honesto. He tenido que habitar mi autodestrucción y autosabotaje, tanta manipulación de mi ego procurándose que yo siga siendo su esclava y nunca consiga ponerlo en su sitio… y tú has permanecido a mi lado, ¡siempre!… tu presencia ha sido un desafío permanente para que yo continuara con mi lucha interna y atravesara mi oscuridad… has sido una tierra firme de confianza donde agarrarme a la cordura… me doy cuenta de que muchos buscadores que emprenden este trabajo se horrorizan cuando empiezan a ver, vislumbrar, percibir con claridad el ego del terapeuta… y lo señalan con el dedo ¡el terapeuta tiene un ego enorme!… y yo reconozco que este fenómeno ocurre en mí cuando yo misma comienzo a ver mi ego, ¡gracias a ti, terapeuta!, y es el asco, la náusea tremenda que me provoca verme a mí misma, ¡con tu presencia, terapeuta!, el síntoma de que puedo transformarme, porque si reconozco en mi la enfermedad ¡más allá de mi narcisismo!, es porque puedo elegir algo diferente ¡por fin! ¡por fin doy un paso hacia mi libertad!… y aquí aparece el punto crucial del proceso, aquí empiezan las bajas en los grupos, aquí empiezo a revisar donde están las puertas de salida ¡para correr!… y no soy yo la que desea correr, es mi ego que me susurra al oido ¡corre!¡corre!¡sálvame!¡sálvame sin mi estás perdida!¡y el hijo de puta de ese terapeuta me está confrontando, desenmascarando!… y es justo ese momento la oportunidad esperada para empezar a conquistar la libertad, salir del automatismo caracterial y elegir con responsabilidad, sin condicionamientos… ¿tanto miedo me da ser libre?¿no tener a un tirano en mi psique que me diga qué programa automático tengo que seguir?¿tanto miedo me da habitar mi grandeza? y prefiero repetir un programa ¡toda mi vida! cambiando de escenarios y personas y una y otra vez ¡la misma rueda!

Tú me has acompañado a rescatar mi sabiduría, y a soltar la identificación con mi carácter, sólo así he podido percibir tanta atención, generosidad, dedicación, amor, paciencia y presencia que me has ofrecido… y sabes, que en los momentos en que yo me identificaba fuertemente con mi ego, ¡me defendía de ti!, ¡desconfiaba de tí! ¡hacía repaso mental de tus defectos para convencerme de que no eras bueno para mi!… afortunadamente la batalla más crucial en mi núcleo egoico la ganó mi corazón y mi ser y por eso puedo reconocerte como una de las personas más valiosas e importantes en mi despertar, y en mi conquista de libertad real, siento mucho las patadas que te hayan podido llegar de las enormes pataletas de mi ego antes de soltar su tiranía, mi corazón te agradece todo el proceso, cada episodio tal y como ocurrió… sé que el trabajo continúa dentro de mi, y gracias a tu ejemplo he aprendido a compartirlo con otros, a darme cuenta de que mi compromiso es acompañar a otros en su exploración y despertar, espero estar haciéndolo con la misma justicia, valentía, y honestidad con la que tú lo has hecho conmigo.

-Pero Susi, Mario, tu maestro, tu terapeuta como tú lo llames, te dió la titulación en el año 2010, ¡hace 5 años! -me señala mi ego sabelotodo- ¿por qué dices eso de un proceso de 9 años si concluiste la formación?

-La formación no me dio el conocimiento, el conocimiento me lo ha dado todas las posibilidades experimentadas de la relación yo-tú con Mario y esa relación es tan orgánica que no se ajusta a estructuras académicas, ni responde cuando toca el taller mensual de la formación -expreso con paciencia- tú que sabes tanto ¡ego mío!, siempre se te pasa de largo la sabiduría, las relaciones personales son potentes motores de cambio, sin embargo, cuando el otro me refleja mi fealdad, mi miseria, ¡salgo corriendo agarrada de tu mano! así que el truco, ¡que a ti te jode mucho!, es mantener la posición, respirar todo el huracán de emociones pendientes de procesar, y aceptar que todo lo que emerge dentro de mi ¡me pertenece! ¡todo lo que vibra en mi interior es mi familia! ¡Aho Mitakuye Oyasin!

-¡Para mujer! … ¿me estás insultando?¿me estás llamando escapista?¿irresponsable?¿manipulador?¿me estás llamando idiota?¿me estás diciendo que lo hago todo mal? -mi ego despliega su defensa en todo su esplendor.

-Yo no te insulto, yo reconozco con objetividad tus rasgos, los observo, y sostengo las emociones que me provocan -le hablo con cariño a mi ego -quien habita lo bueno y lo malo continuamente eres tú, yo puedo salir de esa trampa ¿puedes tú?¿quieres tú?

-¿Y la manipulación no es mala?

-Pues no es mala en sí misma, a veces te puede ayudar a resolver asuntos prácticos de la vida, y siempre pagarás un precio al usarla… ¿te creías que esto del trabajo personal era convertirte en santo?

-Entonces yo ¿quién soy? tengo un problema de identidad grande ¡no sé quién soy!¡no sé lo que tengo que hacer!¿qué me está pasando?¡estoy perdiendo mi fijación!¡tantos años fijándome y fijándome en la misma estructura para defenderte a ti! -mi ego empieza a disolver su rigidez-

-Lo que te está pasando es que te estás poniendo en tu sitio -informo a mi ego -te estás poniendo al servicio de todo lo que yo soy ¡ocupando tu sitio! y ahí eres muy útil como herramienta de trabajo para ayudarme en mi manifestación y generación en esta vida.

-Pues gracias -expresa mi ego con cierta resistencia – y gracias a tu maestro, ¡gracias Mario! porque Susi está muy contenta y sabe lo que le está pasando… yo solo se que entre Mario y tú me habéis puesto un espejo muy grande enfrente y habéis usado todas las posibilidades de la relación entre vosotros para que yo no me escape y tenga que sostener la mirada a una imagen que ha sido como ver al diablo en persona delante de mi, ¡horrible! ¡terrorífico! ¡asqueroso!… me dices que eso es beneficioso para todos… ya me doy cuenta de que estoy perdiendo el poder que tuve en otros momentos cuando yo dirigía tu vida con un susurro en tu mente… ahora que hay tantas voces que se escuchan en esta democracia que estás instaurando… ¡yo soy uno más!

-Todo está bien así ¡esto es sólo otro principio! Ahora aparecen nuevas aventuras… me espera el descubrimiento de todas las posibilidades reales que posee mi corazón ¿cuál es mi verdadera capacidad de amar? ¡quiero descubrirlo!¡experimentarlo!¡ya no tengo miedo a perder! y tú mi ego serenado que ocupa su sitio, ¡vas a ser una de mis fuentes de energía para este propósito!

 

Tema: Reconociendo al maestro

No se encontraron comentarios.

Nuevo comentario