Esta mañana me he despertado llorando… Estoy soñando pero no me doy cuenta, estoy buscando a mi abuela por una ciudad laberíntica, no recuerdo su número de teléfono y esto me angustia, de pronto me asola la certeza de llevar mucho tiempo sin hablar con ella y no lo comprendo, cómo he podido dejar pasar el tiempo, me agarro a la esperanza de encontrar su casa, encontrar su calle y encontrarla a ella en su casa, sentada en su sillón, esperando mi visita, y no paro de caminar, y ahora corro cuando me aproximo a su calle, a su casa, a la puerta de su casa… entonces todo el escenario desaparece y despierto, ahora me encuentro con lo real: ya no podré ver más a mi abuela porque murió hace seis años.
Escribir esto me estremece el pecho y acude una humedad a mis ojos como una nostalgia melancólica… ando estas semanas muy en contacto con mi fragilidad, el sentimiento en el pecho sin su coraza defensiva habitual disponible para cualquier movimiento que le haga vibrar… ya sea nostalgia, ya sea entusiasmo… la respiración me perfila el espacio interno de mi pecho como un universo vacío de mucha presencia donde agarran las semillas… de las flores… ahora tristeza, ahora entusiasmo…
Esta fragilidad es mi verdadera fuerza y conquistarla es un gran desafío para mi… porque requiere confiar en el plan que la vida tenga para mi, confiar en que ese plan es la mejor posibilidad para mi… y no manipular la vida en ningún sentido… aceptarla tal y como se presenta… ahora tristeza, ahora entusiasmo