Te saludo tristeza

01.03.2016 12:36

No existe verdadero trabajo personal sin mirar la sombra de frente y atravesarla, lo que supone respirar emociones que hemos estando evitando... hasta hoy, que de pronto la vida nos pone en una situación sin escapatoria, ¡afortunadamente!

Hoy conecto con el placer de soltar, a pesar de que mi tendencia carácterial es agarrar lo que me gusta, lo que me gusta lo quiero tener disponible para saciarme cuando me de la gana, y así yo decido el plan, decido cuando, cómo, con quién... ¿cuántas veces voy a caer en la misma trampa?

Cuando suelto me quedo en el vacío y esta sensación me genera mucha alegría y vitalidad... la dificultad no es habitar el vacío, la dificultad para mi es llegar a él: soltar y desapegarme... atravesar toda la sombra como el sentimiento de abandono, como el miedo al dolor, la tristeza, el juicio de bueno y malo... ¡en qué mal situación me encuentro!... sensación de fracaso, impotencia, rabia y frustración...

Tomo aire con mis pulmones y exhalo... continuamente, tomo y suelto... agarro deliciosos manjares con mi boca y después de una nutritiva y próspera digestión mi intestino grueso me ayuda a soltar... Siento gratitud a mi cuerpo cuando escribo esto y reconozco la sabiduría de mis órganos, más allá de la locura de mi mente.

Me apego a mi plan, me agarro a mi planificación, la fantasía de cómo imagino mi futuro... no suelto un momento de conexión y amor que ocurrió en el pasado... y desde esta idealización determino lo que pienso que necesito en mi vida actual... no permito que la vida decida lo mejor para mi, ya que tengo mis preferencias... y mi pequeño yo -¡que sabe un montón!- se encarga de guiarme... no hay manera de que escuche la necesidad de soltar de mi organismo...

-Esto no lo suelto, lo que suelte lo pierdo y esto me ha gustado mucho, ¡me lo quedo para siempre! -mi pequeño yo expresa su mayor verdad - yo no quiero perder, como empiece a perder... me quedo sin nada... ¡qué miedo! así se empiezan las depresiones, no pienso caer yo en el dolor... pudiendo agarrarme a esto que me gusta y perpetuar mi felicidad.

-Hola pequeño yo, soy la muerte -la muerte aparece con su guadaña afilada y se expresa sonriente -eso que agarras me pertenece, dámelo por favor, ya no tiene vida, es un recuerdo o una fantasía, pero te está dificultando el contacto con el presente, y el nacimiento de lo nuevo.

-¡Me duele mucho soltarlo! -expresa el pequeño yo -¡No voy a atravesar ese dolor!¡el dolor es un estado muy peligroso para mi!¡la muerte es el fin!

-Pero qué idiota eres pequeño yo... yo soy tu aliada y estoy continuamente presente en la vida para completar tu transformación -la muerte sonríe -tengo tanta paciencia contigo que espero a que seas tú el que suelte el objeto de tu deseo... el tiempo que haga falta, a pesar que cuanto más tardas más sufres... por evitar el dolor y la tristeza que genera perder algo te atascas en un laberinto de sufrimiento... ¡qué sabrás tú de la felicidad!

-¡Tengo mucho miedo!¡qué sensación de soledad tan grande! -pequeño yo se convierte en un monstruo.

-¡Estás solo sin ti! porque tú estás muy ocupado en salir corriendo, mover las piernas y no parar de escaparte... por eso te sientes solo... -la muerte se posiciona -dame lo mío, ¡dame lo que ha caducado, muerto, pasado!

Estoy triste, mi tristeza produce un silencio muy grande dentro de mí, tengo ganas de arroparme a mí misma, me recojo y me escucho, me detengo, me quedo quieta y respiro... mi respiración me acompaña, y dejo de sentirme sola, ahora estoy conmigo.

-Es sólo tristeza, Susi, puedes respirarla -la muerte toma mi fantasía y mi recuerdo y me deja en el vacío.