Carta a mi terapeuta

06.09.2013 00:00

SILLA VACIA

Querido terapeuta:

Te colocas frente a mi con tu presencia plena y tu contacto permanente conmigo, contigo y con lo nuestro, lo que yo traigo y lo que tú me ayudas a sostener, sin evitar nada de lo que aparece en esta relación que establecemos justamente aquí y justamente ahora, que yo no puedo más que mirar lo que hay y darme cuenta de lo que siento, aunque tenga miedo, aunque no me guste… no consigo inventarme un atajo en este espacio de la terapia ni engañarme: sólo puedo habitar mi verdad… y si no quiero habitarla, porque no se ajuste a mis planes quizás, entrar en la angustia, en el intento desesperado de huir de mi, en mi resistencia a tomar contacto con el contenido de este instante mío.

Ahora que vuelvo a casa después de la sesión de esta mañana me observo a mí misma atrapada en un desierto donde no atisbo en absoluto la posibilidad de un oasis al fondo. Habito el desierto que hay en mi: no hay nada. No tengo nada para dar, estoy árida, seca, vacía, exprimida sin gota de un jugo dulce que me haga soñar un nuevo sueño… también estoy sola en este desierto, no estás tú, no hay nadie que me sostenga… no está él, y yo no quiero estar. ¿Cómo he llegado hasta aquí y para qué?. Este lugar que habito es como una pequeña muerte… mi entusiasmo se exalta tantas veces en la vida cuando deseo con fuerza y cuánto me ilusiona sentir ese torbellino de existencia impulsando voluptuosa sangre por mi cuerpo… lo contrario, este vacío seco, donde no brota ni un solo deseo, donde se pone en primer lugar  lo que no me gusta, y el desagrado, la inapetencia, la falta de apetito, la desgana, la frigidez… comprendo con mi pensamiento que es bueno para mi habitar la otra parte, el otro lado de mi misma… pero este pensamiento no me consuela… ahora me quema la arena de este desierto seco en todo el cuerpo, y sigue aumentando su intensidad¿buscando mi aceptación?… esto no me gusta se agranda como un monstruo encerrado mucho tiempo en el sótano que ahora se acerca a mi y me toca la piel… voy a dejar esta terapia, pienso con determinación… intentando dar marcha atrás, desandar los pasos de esta incursión en la conciencia y regresar a la ignorancia de esto mío… qué fácil es defenderse echándote la culpa a ti, terapeuta, no sabes qué ingenio para desconfiar y salir corriendo del espacio de la terapia donde se diluyen las mentiras, donde yo he querido entrar paso tras paso y que hoy me coloca en este desierto que soy yo, también.

Me resulta increible que yo misma esté desmantelando las falsas estructuras donde sostengo mi vida, ¡ahora me derrumbo!… y me pregunto si es realmente posible vivir el aquí y ahora sin estructuras externas y con el apoyo propio de la máxima presencia y honestidad con lo que siento y quiero. Desde luego ahora no tengo respuesta, sólo angustia.

La ausencia de deseo, estar frente a alguien que ahora no me gusta, aunque ahora sea sólo ahora y no siempre, ni para siempre, me convierte en un desierto… vacío, seco, ¿muerto? Nunca antes en mi vida me habia quedado cuando aparecía esto no me gusta, siempre me he cambiado de sitio o he construido una fantasía como antídoto para no sentir el no-gusto, ¿el disgusto? ¿el dolor?

-Ahora me estás mirando -el desierto me habla -ahora tengo un sitio frente a ti, me siento delante de ti para que podamos dialogar, tomo esa silla vacía que tu estás enfocando… yo soy lo que no te gusta… no pongas esto tuyo y mio en otra persona, y sabes… yo no soy como tú me ves, tú me miras con miedo al dolor que imaginas en mi, y te equivocas, mi existencia no es dolorosa, no… posee una cualidad preciosa… la libertad y desde donde yo te miro… tú eres esclava de tu deseo.

-Pero yo deseo… ¡deseo!, y eso me llena de alegría, me abre el apetito, estimula mi vitalidad, me apasiona por la vida, me enamoro de lo que me gusta y entonces me gusta más aún… me muero cuando no siento deseo, no quiero sentir esta ausencia de deseo, esta apatía, inapetencia, desagrado, anorgasmia… ¿cuándo te vas a enterar de que no te quiero?

-¿Cuando te vas a enterar de que tú naces de mi y yo de ti?, seguiré esperando, te espero, no tengo nada que perder y no me da miedo perder porque ya renuncié a todo, soy un desierto infinito y tú ignoras el hecho importante de que yo sólo tengo regalos para ti: tu creatividad renovada, tu parto desde tu vientre, tu nacimiento desde el pecho…

Ahora estoy llorando… y siento compañía y… mi corazón me habla, lo expreso, lo escucho.